Pocos géneros musicales son tan inseparables del alma de un país como el merengue lo es de República Dominicana. Nacido en los campos y barrios, este estilo musical ha sido durante más de un siglo el pulso rítmico de una nación. Y sin embargo, en el país que lo vio nacer, aún no existe un museo que le rinda tributo. Esta omisión no es menor: es culturalmente injusta y estratégicamente miope.(Seguir leyendo…)
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