Este sistema promete transportar hasta 200 mil pasajeros por día, reducir el gasto en transporte y disminuir la congestión vehicular.
El Monorriel de Santiago, una obra en proceso de construcción que ha requerido una inversión, a la fecha, que supera los 33,000 millones de pesos, representa un avance significativo hacia un sistema de transporte más eficiente, seguro y ecológico. Sin embargo, esta innovación también genera efectos sociales profundos, especialmente en el sector transporte.
Uno de los principales impactos negativos es el desplazamiento laboral que afectará a miles de conductores de los carros públicos, motoconchistas y otros trabajadores del transporte tradicional.
En ese sector, en su mayoría, dependen completamente de su labor diaria para sostener a sus familias, por lo que la pérdida de ingresos puede generar inestabilidad económica, aumento del desempleo y mayores niveles de pobreza.
Juan Marte, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores del Transporte (CNTT), destaca que el nuevo Monorriel promete modernizar la movilidad urbana de la ciudad. En cambio, sostiene que detrás de esta ambiciosa construcción se esconde una profunda preocupación, y es el impacto devastador que podría tener sobre los más de 3,700 choferes de las rutas de concho que, durante más de cuatro décadas, han sostenido el transporte público de la ciudad.
Dice que rutas como la F, ZP, A, K, L, M, N, entre otras, que serán impactadas con dicha obra, han sido la columna vertebral del transporte en Santiago. Solo las rutas M y F cuentan con más de 900 choferes que diariamente movilizan a miles de ciudadanos.
Estas rutas han sobrevivido a décadas de cambios urbanos y sociales, convirtiéndose en fuente de trabajo y sustento para miles de familias que dependen directamente de este sector.

Juan Marte denuncia que la construcción del Monorriel se ha realizado sin una consulta previa a los sectores afectados y, peor aún, sin un estudio de factibilidad que garantice la sostenibilidad del sistema a mediano y largo plazo.
Considera que el Monorriel, conjuntamente con el Teleférico de Santiago, vienen a aplastar el tradicional sistema de transporte, popularmente conocido como ¨carro de concho¨, y con la estabilidad socioeconómica de quienes dependen de esta fuente de trabajo para sí y sus familias.
«Cuando usted construye un medio de transporte encima de uno ya existente que ha servido por décadas, necesariamente va a provocar un caos,» advierte Marte, uno de los principales dirigentes del transporte de Santiago.
Según el líder del sector choferil, la ciudad ya enfrenta una sobreoferta de asientos de transporte, con entre 1,800 y 1,900 carros de concho actualmente estacionados, sin suficientes pasajeros para operar de manera rentable.
“¿Cómo se justifica la construcción de un nuevo sistema si no hay usuarios suficientes?”, cuestiona.
“La realidad es que muchos temen que el Monorriel —como ha ocurrido con el Teleférico— se convierta en una obra costosa pero subutilizada, decorativa pero ineficaz para resolver los verdaderos problemas de tránsito y movilidad”, señala el presidente de la CNTT.
Promesas incumplidas
Desde el inicio de la obra, desde el Gobierno Central han prometido integrar a los choferes tradicionales como alimentadores del nuevo sistema, es decir, que las rutas existentes serían reorganizadas para llevar pasajeros hacia las estaciones del Monorriel. El sistema contará con seis corredores que se encargarán de llevar a los pasajeros hacia sus estaciones. Entre ellos figuran el Corredor Duarte, desde el Aeropuerto hasta la central; Corredor Gurabo, Corredor Hato del Yaque, Corredor San José de Las Matas, Corredor Licey al Medio y el Corredor Circunvalación interior que recorre las avenidas Salvador Estrella Sadhalá y la Circunvalación Sur, el cual, en la actualidad, lo recorren las guaguas de la Operadora Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).
No obstante, a cuatro años del inicio de la construcción, esas promesas no se han materializado.
Persio Veras, directivo de la Ruta F, dijo que han sostenido múltiples reuniones con representantes del Fideicomiso para el Desarrollo del Sistema de Transporte Masivo (Fitram), entidad estatal responsable de la ejecución de las obras en Santiago, para ser incorporados en los operadores al sistema integrado.
Sostiene que en esos encuentros no han recibido informaciones concluyentes sobre la posible participación de los choferes en el nuevo transporte masivo.
A su juicio, las autoridades pueden contratar a los choferes que serán desplazados, en otras operaciones del sistema.

El presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores del Transporte añade a lo planteado por Veras que ya nadie cree en la palabra de esos funcionarios, al tiempo que critica además que las autoridades vean el diálogo como una oportunidad para negocios turbios.
Explica que los choferes no piden ser ¨comprados, exigen ser integrados para no quedar desplazados¨.
Agrega: “Nuestro trabajo no se negocia. El transporte no es una propiedad privada mía ni de ningún funcionario. Es un activo de la ciudadanía”.
El riesgo de la anarquía
Juan Marte advierte que, si no se produce una integración real, el resultado podría ser el desorden total, con los choferes desplazados ocupando calles, esquinas y callejones, operando de manera informal para sobrevivir.
«Los choferes no se van a quedar sin trabajar, saldrán a buscar su sustento como siempre, pero el sistema organizado de transporte colapsará, por una demanda inferior a la oferta de ambos sistemas», considera.
Además, Persio Veras dice que la situación se agrava por decisiones cuestionables de las autoridades municipales, como la aprobación de nuevas rutas de concho en medio del ya saturado sistema de transporte, contribuyendo aún más con el desorden de la movilidad vehicular.
Tal es el caso de la ruta SO, la más reciente aprobación de la Alcaldía de Santiago, ha enfrentado el rechazo de los choferes de rutas prácticamente paralelas y su trazado comprende la zona desde donde iniciará el recorrido del Monorriel.
Cuestiona la falta de coordinación entre los gobiernos central y municipal, siendo descongestionar el tránsito en la ciudad el motivo principal de la autoridad estatal para ejecutar el Monorriel, cuando desde el Ayuntamiento de Santiago, están agregando más unidades a las calles con la aprobación de esta nueva ruta del transporte urbano.
Abogan por la integración
Eddy Taveras, secretario general de la Ruta N, expresa la necesidad de que el sistema de concho coexista y se complemente con el Monorriel de Santiago.
Según Taveras, los vehículos del transporte público informal pueden “alimentar” al transporte masivo, llevando pasajeros desde los puntos más recónditos hasta las estaciones del sistema.

“Solamente podemos subsistir si nos integran para alimentar el Monorriel”, aseguró Taveras, al explicar que los carros de concho pueden acceder a rincones donde los vagones del medio de transporte elevado no llegarán.
Señaló, además, que una integración organizada no solo beneficiaría a los conductores de concho, cuyo sustento depende de la movilidad urbana, sino también a los miles de santiagueros que se rehúsan a utilizar el novedoso sistema que los elevará y prefieren seguir abordando el transporte terrestre.
Eddy Taveras, dirigente de la ruta que cuenta con alrededor de 700 unidades, insistió en que la inclusión del concho no es un lujo, sino una condición imprescindible para el éxito del proyecto y la movilidad sostenible de Santiago.
¿Una obra para quién?
La falta de planificación y el apresuramiento del proyecto han hecho que muchos de los sindicalistas crean que el Monorriel está siendo construido no para resolver los problemas de movilidad, sino para drenar recursos públicos.

Los dirigentes del sector transporte consideran que con lo que se ha invertido en esa obra se pudo haber colectivizado todo el transporte urbano de la Ciudad Corazón y organizado el tránsito de manera eficiente.
Los líderes del transporte sostienen que, con esos recursos, además, se pudieron haber construido varias obras viales, incluidos dos puentes sobre el río Yaque del Norte, túneles, elevados y pasos a desnivel en las avenidas de mayor tráfico.
Identifican la Circunvalación Sur, en la antigua Fuente y las intersecciones que forman la República de Argentina con Salvador Estrella Sadhalá y la Bartolomé Colón, así como la intervención de la Juan Pablo Duarte, en las inmediaciones de Agora Santiago Center, para esas obras viales.
Para las estructuras sobre el afluente, sugieren puentes que empalmen el Centro Histórico de Santiago con Bella Vista, paralelo a Hermanos Patiño que data desde el 1963 y otro para conectar desde la avenida Hermanas Mirabal con el sector La Otra Banda.
Destacan que esas son soluciones preliminares que deben ser construidas.
“Eso se pudo hacer con menos cantidad de dinero de lo que se están invirtiendo en la construcción del Monorriel y el Teleférico¨, estableció Juan Marte, quien considera que el sistema integrado del transporte (Teleférico y Monorriel) no será suficiente para resolver los grandes embotellamientos y el caos que se generan en el tránsito.
Además, existe el riesgo de que esta transformación incremente la brecha social, si no se desarrollan políticas inclusivas que permitan la reintegración laboral de los afectados.
Sobre el proyecto
El Monorriel es un sistema de transporte ferroviario de alta tecnología, que tendrá la capacidad de poder transportar 20,000 pasajeros por hora por sentido y 200,000 pasajeros por día en la ciudad de Santiago.
Realizará su recorrido sobre una estructura de vigas en hormigón armado en un viaducto que atravesará toda la ciudad desde Cienfuegos en la parte Oeste hasta Pekín en la zona sur de Santiago.
El sistema tendrá una longitud aproximada de 13.2 kilómetros de viaducto, con 14 estaciones y una terminal central de integración con el Teleférico. Entre las paradas figuran: Cienfuegos, San Lorenzo, Espaillat, La Plazona, Circunvalación Sur, Cuesta Colorada, Las Águilas, Pueblo Nuevo, Las Carreras, el Monumento a los Héroes de la Restauración, Pontificia Universidad Madre y Maestra (Pucmm), Villa Olímpica, entre otras hacia el sur de la urbe.
Los promotores del proyecto aseguran que Santiago tendrá el Sistema de Transporte Integrado más moderno, seguro, eficiente y rápido del mundo.
El proyecto incluye 15 trenes monorrieles Innovia 300, cada uno con cuatro vagones y capacidad para 580 pasajeros, distribuidos en 145 pasajeros por vagón.

El sistema se moverá a una velocidad máxima de 80 km/h, con intervalos entre trenes de 180 segundos, logrando un recorrido entre Cienfuegos y Pekín en aproximadamente 25 minutos.
Este desarrollo impactará de manera directa a más de 500,000 ciudadanos, generando beneficios como la reducción del 30 % en el gasto de transporte, disminución de la congestión, aumento de la productividad y un menor impacto ambiental, asegura el Gobierno.
Desde el Fideicomiso para el Desarrollo del Sistema de Transporte Masivo, han informado en reiteradas ocasiones que la primera etapa de la obra estará lista para diciembre del presente año.
Los usuarios esperan la obra para su bienestar
Ciudadanos consultados por Panorama opinan sobre la importancia de la obra, resaltando que no solo representa una mejora en la infraestructura de transporte, sino que también promete reducir el gasto, además del tiempo de recorrido.
“Estoy loca que empiece a funcionar a ver si los chelitos me rinden más”, expresó Ángela Martínez, quien dijo que debe tomar dos carros del concho para llegar a su fuente de empleo, dos más para retornar a su casa. Argumenta que con el Monorriel solo pagará por un pasaje sin tener que abordar dos medios de transporte.
De su lado, Ramón Herrera, residente en Pueblo Nuevo en las proximidades de la Estación Central del Teleférico que empalmará con el Monorriel, destaca que con la obra tendrá mayor facilidad para desplazarse a la zona sur de la ciudad para visitar a sus parientes. Cuenta que en la actualidad se cohíbe de realizar esa visita debido a los tediosos tapones que se forman en la actualidad.
Otros ciudadanos abordados, consideran que por primera vez Santiago ha sido tomado en cuenta para obras de gran impacto, que podrían representar la solución a los insoportables taponamientos durante el día y la noche, imposibilitando la llegada a tiempo a sus destinos, por lo que cimentan sus esperanzas en que el caos y el desorden que impera actualmente en la ciudad pueda ser enmendado.